Porque nos parecemos harto y también nos parecemos poco -aunque hay rasgos indiscutibles que nos asemejan- como en cualquier familia.
Porque nuestras historias son cortas y algunas más largas.
Porque los lazos pueden ser de miradas, de electricidad o en su mayoría de corazones.
Porque hay presentes y ausentes (como el salú del willy).
Y porque hacia el final del año y casi cumpliendo los 20 hay que reconocer los nexos.
martes, 30 de diciembre de 2008
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